El último domingo de Octubre, en la Familia Paulina celebramos la fiesta de Jesucristo Divino Maestro, que nos regaló nuestro fundador el beato Santiago Alberione.
Con este motivo, queremos profundizar en el fundamento bíblico de esta devoción, que nace del mismo Jesucristo.
En el Evangelio de Juan (Jn 13,1-20)
«Vosotros me llamáis “el” Maestro y “el” Señor» (Jn 13,13)
El cuarto evangelista compuso esta perícopa con gran sentido dramático e intuición pedagógica.
Con Jn 13,1 comienza un nuevo acto, Jesús se ha manifestado ya al mundo, aunque desgraciadamente su obra ha encontrado resistencia: su palabra divina ha sido rechazada. A causa de este rechazo, Jesús, desde Jn 13 en adelante, reserva su obra reveladora al grupo de sus amigos más íntimos.

Jesús está con sus discípulos en el cenáculo y sabe que ha llegado su «hora». Este paso del Hijo del hombre por la pasión y la muerte representa la prueba suprema del amor de Jesús a sus discípulos. Jesús ha dado su prueba amando «a los suyos hasta el extremo».
El término «suyos» (idioi) indica el grupo que se adhiere a la persona de Cristo, es decir, a sus discípulos, las ovejas que pertenecen al buen Pastor (cf Jn 10, 3ss.).
En este contexto «eucarístico» encontramos el gesto profético del lavatorio de los pies.
Las palabras de Jesús, que preanuncian este gesto, muestran con claridad que el lavatorio simboliza la «hora» de Cristo, es decir, el don supremo de su vida en favor de sus amigos, con la humillante muerte de cruz.
El Maestro, sabiendo bien que el comienzo de la pasión es ya inminente, realiza el gesto de amor que simboliza su servicio extremo con la entrega de su vida; por eso, «se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe» para lavar los pies de los discípulos y secárselos.
El gesto de «quitarse, despojarse del manto» (Jn 13,4) alude al «dar», «entregar», «despojarse» de la vida, de Jn 10.11.15.17: el buen pastor da la vida por sus ovejas.
Pedro rechaza el gesto de Jesús
Pero Pedro rechaza ese servicio. La reacción del discípulo subraya el carácter sorprendente del gesto de Jesús: quien quiere lavar los pies es precisamente el Maestro y Señor; cuando este servicio estaba reservado a los esclavos.
Resulta inaudito que el Santo de Dios, el Mesías, la fuente de la vida eterna (Jn 6,68ss.), realice tan humillante servicio.
A ejemplo de Jesús
Al concluir su gesto profético, el Maestro puede exhortar con más eficacia a sus discípulos al servicio recíproco en el seno de la comunidad cristiana; y además para incidir más aún les recuerda su condición de Maestro y Señor (obsérvese que él no se presenta como un maestro, sino como el Maestro):
«Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,13-14).

En el Evangelio de Mateo
También, en el evangelio de Mateo encontramos una expresión semejante, aunque más explícita: «Uno solo es vuestro Maestro» (Mt 23,8).
Jesús mismo deja claro que es el único Maestro de la humanidad, porque es el Señor, verdadero Dios como el Padre (cf Jn 8,24.28.58; 10,30ss.).
Jesús insiste en esta su condición divina para exhortar a los discípulos a imitar su ejemplo de humilde servidor de los hermanos.
«Demos gracias a la providencia de Dios que nos ha otorgado la inmensa riqueza de comprender cada vez mejor a Cristo. Aceptemos esta devoción con mucha humildad y amémosla cada vez más… Comprometámonos a lo que es indispensable, es decir, lo que constituye el espíritu y el alma del Instituto: vivir la devoción, que no significa sólo rezar, sino que abarca todos los aspectos de la vida diaria… No es una frase bonita ni tampoco un simple consejo: es la esencia de la Congregación; es ser o no ser paulinos. No caben digresiones».
(beato Santiago Alberione)
Algunas pistas para la reflexión
Compartimos algunas preguntas que puedan servir para la reflexión personal o grupal, a la luz del texto leído:

- ¿Habías considerado hasta ahora esta condición de Jesús como “el» Maestro?
- ¿Qué te sugiere “este magisterio” suyo a la luz del texto del lavatorio de los pies de Jn 13,1-20?
- Hay un discípulo que se revela ante el gesto de Jesús, Pedro…¿entiendes que lo haga? ¿habrías hecho tú lo mismo?
- Si Jesús lo hizo para que lo tomásemos como “ejemplo”, ¿cómo podemos servir a nuestros hermanos desde el servicio, cada uno desde su estado de vida?
- Ahora, ¿podemos comprender por qué nuestro fundador, el beato Santiago Alberione, quiso llamarse «Primer Maestro» y a Tecla Merlo «Primera Maestra»?