Descripción

Hambre de Dios. La Eucaristía en la vida cotidiana

Hambre de Dios

Las meditaciones de la autora hacen referencia al don gratuito de la Eucaristía, en la que nos podemos encontrar con la memoria y la persona viva de Jesús, en medio de la comunidad creyente, viva y agradecida.

En el Antiguo Testamento estas reflexiones empiezan con el primer relato del Génesis, en el que podemos contemplar en el universo la presencia dinámica del Aliento de Dios y del Verbo creador; a continuación se analiza el sugerente encuentro de Abrahán con el sacerdote Melquisedec, un encuentro que ya anticipa la Eucaristía, mediante los símbolos del pan y el vino; no podía faltar tampoco el hospitalario encuentro entre Abrahán y los tres misteriosos peregrinos, que se revelan como uno solo aunque en tres presencias singulares, preludio del misterio trinitario, y la comida que les ofrece para que descansen y puedan seguir luego su camino; la zarza ardiente, desde la que Moisés recibe de Dios la misión para la liberación del pueblo de Israel y el maná, con el pueblo ya en camino, como alimento que recibe el pueblo de forma gratuita, que solo se puede compartir pero no acaparar; Rut, como ejemplo de fidelidad y confianza, pero desde la creatividad y el trabajo por hacer realidad la providencia de Dios; el alimento que comparte la viuda con Elías, que es lo último que tenía, pero que se transforma en comida abundante; los Salmos y la Sabiduría también anticipan el misterio eucarístico como el pan que hay que compartir para que los pobres puedan vivir y se anticipen así los bienes en abundancia como anticipo del Reino de Dios.

Eucaristía en la vida cotidiana

Así se continúa adelante hasta llegar a la persona de María, que acoge en su vientre a Jesús, la Promesa de Dios, concebida por obra del Espíritu Santo y que da a luz en Belén, que significa, de manera muy sugerente, «Casa del pan»; cuando Jesús comienza su predicación, a petición de su Madre, lleva a cabo en la boda de Caná el milagro del vino, como signo de la necesidad de la celebración y la alegría para que haya vida en abundancia. En el Padrenuestro se pide, como con el maná del desierto, el pan de cada día, solo para hoy y la necesidad de compartirlo; el preanuncio de Jesús y toda su vida, como alimento de vida eterna; la celebración de la Última Cena como acción de gracias, servicio a los hermanos y como donación de la propia vida por los demás; el alimento espiritual que reciben quienes se sienten abatidos, y que les fortalece y anima para seguir compartiendo la presencia de Jesús, que da un nuevo sentido a sus vidas.

A través de los siglos esta Presencia se hace real cuando la Iglesia celebra el «misterio de la fe» desde la coherencia de su vida. Solo así se podrá cumplir el anuncio del Apocalipsis: “Yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo”. Será el gran banquete de la Pascua eterna en la Jerusalén celestial, en el Reinado de Dios, desde la práctica de la justicia y el amor que producen la verdadera felicidad. Dios entonces será de verdad todo en todos, una Eucaristía cósmica, una alegre acción de gracias coral.

Anna Maria Cànopi autora ha sido la abadesa de la abadía benedictina Mater Ecclesiae, en la isla de San Giulio (Novara), durante 45 años. Falleció en 2019. Es autora de numerosas publicaciones sobre espiritualidad bíblica, litúrgica y monástica. Entre sus obras, destaca su colaboración en la Biblia de la CEI, en las ediciones oficiales del Misal y  de los Leccionarios litúrgicos. Ha publicado varios libros en Paulinas.

Destinatario

Para todos los que desean acercarse a la Eucaristía en su vida cotidiana.

En estas páginas se ofrecen unas magníficas reflexiones sobre la Eucaristía, fundamentadas en distintos pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, para que este sacramento avive nuestra sed y nuestra hambre del Dios Amor que nos sostiene y fortalece.