El libro recorre y repasa algunos pasajes de los evangelistas Lucas y Mateo y subraya, con un estilo poético, la esencia, la maravilla, la revolución de nuestra fe.
Una reflexión a partir de la visión más vulnerable de Dios, cuando es un bebé, un recién nacido. Alguien que no puede tener miedo: confía, vive solo si alguien le ama y cuida de él.
Jesús vivirá solo porque es amado. Dios viene como mendigo de amor.
Una manera de volver al centro del Misterio: el nacimiento de Jesús. Y es ahí donde reside el prodigio más grande: Dios de carne.
«Al igual que los pastores, también nosotros debemos ponernos ante ese pesebre, nueva arca que custodia el misterio, con una mirada nueva capaz de ver lo que aparentemente no está allí, porque ahí está en juego nuestra propia coherencia.
La Palabra se encarna continuamente: como luz en las tinieblas, como levadura en la masa, como la pizca de sal que da sabor a todo el plato, como el amor en todo amor. Y no se distingue ya la levadura del pan».
Todo esto sucede, en Navidad, con el abrazo de Dios.
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