La Iglesia celebra la solemnidad de Pentecostés cincuenta días después de la Pascua. Una fiesta muy importante ya que conmemora el nacimiento de la Iglesia Católica con la venida del Espíritu Santo.
Esta fiesta tiene sus raíces en el pueblo judío, conocida como la Fiesta de las Semanas. En ella daban gracias a Dios por la promesa cumplida de una tierra buena, fiesta de origen agrícola en la que se celebraba la cosecha del año.
Más tarde, los judíos recordaban la revelación a Moisés de Dios en el Monte Sinaí, con la Tablas de la Ley, los diez mandamientos para su pueblo.
Para los cristianos, es un momento en el que Jesús, ya ha vuelto al Padre, se nos hace presente a través del Espíritu en el corazón del hombre, esta ley dada por Dios y escrita en nuestros corazones.
"La Alianza nueva y definitiva ya no se funda en una ley escrita en tablas de piedra, sino en la acción del Espíritu de Dios que hace nuevas todas las cosas y se graba en los corazones de carne" (Papa Francisco, Audiencia General del 19 de junio de 2019).
¿Qué ocurrió en ese día?
Cómo sabemos por el Evangelio, los discípulos estaban reunidos ese día de Pentecostés, cuando de repente oyeron un gran ruido que venía del cielo. Aparecieron en ese momento lenguas de fuego que se posaron sobre ellos y se llenaron del Espíritu Santo, y empezaron a hablar en distintos idiomas según los inducía el Espíritu a expresarse.
En este día, en Jerusalén había muchos judíos llegados de todas partes del mundo, y ellos al oír el ruido, acudieron y se quedaban impresionados porque los oían hablar cada uno en su propio idioma.
Ellos escuchaban hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua.
María, Reina de los Apóstoles
El sábado anterior al domingo de Pentecostés, la Iglesia Católica celebra a María Reina de los Apóstoles. Siempre Ella ha estado unida a los discípulos del Señor.
El Beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, se acogió a la Advocación Reina de los Apóstoles, encomendándole su carisma para que le protegiese esta obra del apostolado en la comunicación.
Esta Advocación presenta a la Virgen como Madre de los creyentes y de la Iglesia Naciente, recogida también en la Letanía del Santo Rosario.
Secuencia del Espíritu Santo
Ven Santo Espíritu
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
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