Sinfonía de humanidad escrito Fratel Michaeldavide y publicado por Paulinas, Madrid 2018. Páginas 128.
En estas páginas se proponen las virtudes cardinales y teologales desde una perspectiva totalmente novedosa, como una sinfonía para humanizarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Autor
El hermano Michael Davide Semeraro, monje desde 1983, es un benedictino de la Monasterio de la Visitación en Rhêmes Notre-Dame, en el Valle de Aosta. Después de los primeros años de formación monástica, obtuvo un doctorado en Teología espiritual en la Universidad Gregoriana de Roma.
Combina su experiencia monástica con la atenta escucha de los problemas, que perturban y fascinan los corazones de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Colabora con algunas revistas, da conferencias y acompaña retiros. Ha escrito también varios libros.
Sinfonía de humanidad
Lo que el autor nos propone en este libro es un intenso viaje espiritual para ser vivido; siendo capaces de escribir sinfonías de humanidad en el pentagrama de nuestra vida. Teniendo la mirada puesta en este objetivo, construye con suma habilidad el camino, como si fuera una parábola musical que musicaliza las distintas virtudes teologales y cardinales, con un lenguaje actual, comprensible, encarnado.
El desafío está claro: trabajar cada uno consigo mismo para contemplar los desgarros y escuchar el grito que surge de la humanidad, de tantos hermanos y hermanas y, por lo tanto, del mismo Espíritu, con el fin de tomar decisiones diarias que sean profundamente humanas.
Cinco Pentagrama
El hermano Michael Davide se centra en cinco áreas específicas (las cinco líneas del pentagrama: conciencia, escucha, libertad, amabilidad, discernimiento). Porque estas serán entonces la base sobre la que se podrán escribir y, sobre todo, llevar a la práctica, de forma personal y encarnada en las notas de la humanidad, esas actitudes que deben ser vividas (fe, esperanza, caridad, junto con la prudencia, justicia, fortaleza y templanza), con empeño constante y humildad.
En realidad, si nacemos como hombres y mujeres en este mundo, llegar a ser humanos es una aventura que coincide con toda nuestra vida. De una conciencia cada vez más lúcida nace el ejercicio de una libertad responsable; en cuyo surco maduran actitudes y decisiones, que tienen el sabor de lo que comúnmente llamamos «humano».
Nietzsche se lamentaba de un mundo «humano, demasiado humano» y tenía sus razones. Pero nosotros, como discípulos de Cristo, que buscan acoger y honrar en la propia vida el desafío del Evangelio; solo podemos suspirar por el deseo de ser tan «humanos», que no podamos considerarnos «nunca demasiado humanos»; en el sentido de no serlo nunca lo suficiente.
Humildad integral
El primer paso es liberarse de la idea de que es suficiente nacer; como personas humanas para ser capaces de humanidad. ¡Se puede reafirmar que humanos no se nace, sino que se llega a ser! (cf. Gén 2,7).
En la medida que podamos, y algunas veces debemos conformarnos, nunca seremos «demasiados humanos»; para podernos permitir el lujo de dejar de ser siempre más y, posiblemente, siempre mejores.
La tarea es tener la propia nota en armonía con todas las demás notas que hacen resonar lo mejor de nuestra humanidad; a través de las otras religiones y poner los sentimientos hacia lo bueno, lo verdadero y lo bello.
El deseo, entonces, es que nuestra vida de discípulos pueda ser capaz de tocar el propio instrumento, con pasión y profesionalidad, en la orquesta sinfónica de la humanidad, para dar alegría y satisfacción al corazón del Creador y para que esto genere una gran alegría a todos.
