El beato Santiago Alberione y san José

Entre todos los Santos que tenemos en la Iglesia Católica, hoy queremos contaros que el beato Santiago Alberione, siguiendo la tradición de la Iglesia, siempre consideró a san José como el modelo de los trabajadores. 

Si nos fijamos en las oraciones que el Fundador dejó a la Familia Paulina, entre ellas está una a san José, desde las que podemos trazar un breve retrato y distinguir quién era san José para Santiago Alberione.

San José es en primer lugar, un fiel colaborador de Dios en la obra de redención, convirtiéndose en un fiel instrumento al servicio de la obra de Dios, contribuyendo principalmente en la formación de Jesús.

Santiago Alberione

En segundo lugar, Santiago Alberione nos presenta a san José como modelo de todas las virtudes, resaltando el amor y el trabajo; de aquí, que, como tercer punto, sea considerado como el modelo de todos los trabajadores, amigo de los pobres, consolador de los afligidos y emigrantes.

En cuarto lugar, san José es también modelo de oración por la forma y profundidad con que Dios se comunicaba con él. 

En quinto lugar, san José es el esposo de la virgen María, participando con ella en la misión del plan salvífico de Dios, participando en sus penas y alegrías. Ciertamente no tenemos muchos datos sobre la vida de san José, pero Santiago Alberione lo considera también unido a la misión de María. En sexto lugar como el protector de los agonizantes y finalmente, en séptimo, como el patrono de la Iglesia universal.

Ahora bien, en el libro «Ut perfectus sit homo Dei» escrito por Santiago Alberione podemos leer que él ha sido el primer santo después de la Virgen María; el primer colaborador en la obra de redención después de María.

Ha sido el santo del silencio, del trabajo y de la docilidad, siendo siempre fiel y obediente, de tal manera que el camino seguido por san José dice y expresa mejor que los razonamientos qué espíritu tiene el discípulo de Cristo.

Por todo esto, Santiago Alberione siempre se encomendaba a san José, y muy especialmente ante cualquier dificultad que le surgía en la misión, y cuentan que siempre aparecía una solución inmediata e inesperada pero perfecta a lo que necesitaba, por eso le llamaba “el Santo de la Providencia”.

Todas estas características de san José y el propio testimonio de Santiago Alberione nos pueden ayudar a reflexionar y a confrontar nuestra vida con san José, para ser así mejores servidores de Dios y compañeros de camino de todos los hombres, creyentes o no.

Coronita a San José 

(del libro de Oraciones de la Familia Paulina, del Beato Santiago Alberione)

El primer miércoles del mes, el beato Santiago Alberione propuso que se dedica a San José, con estas intenciones:

Antífona: Éste es el criado fiel y solícito, a quien el Señor ha puesto al frente de su familia (se reza antes o después de la meditación).

San José
  1. San José, fiel colaborador en nuestra redención, mira compasivo la indigencia de los hombres que viven aún en medio del error, el vicio y la superstición. Tú fuiste un instrumento dócil en las manos del Padre a la hora de disponer todo lo necesario para el nacimiento, infancia y preparación de la víctima, del sacerdote y Maestro divino en beneficio de los hombres. Tú, siempre fiel a la voluntad de Dios, intercede por nosotros para que trabajemos con entusiasmo en la búsqueda y formación de las vocaciones, y respondamos con generosidad y constancia a nuestra propia vocación.

San José, ruega por nosotros.

San José modelo de virtud
  1. San José, modelo de toda virtud, intercede por nosotros para que alcancemos tu misma vida interior. En el silencio amoroso y activo, en el cumplimiento de  todos los compromisos religiosos y sociales, en la absoluta docilidad a la voluntad de Dios, tú alcanzaste una sublime santidad y gloria. Intercede por nosotros para que consigamos crecer en la fe, la esperanza y el amor, cimentarnos en las virtudes cardinales y abundar en los dones del Espíritu Santo.

San José, ruega por nosotros.

San José obrero
  1. San José, te veneramos como modelo de los trabajadores, amigo de los pobres, apoyo de los emigrantes y de todos los que sufren, santo de la Providencia. Fuiste en la tierra el representante de la bondad y la solicitud universal del Padre. Fuiste el artesano de Nazaret y maestro del trabajo del Hijo de Dios, que quiso ser humilde obrero por nuestro amor. Ayuda con tu intercesión a todos los trabajadores. Haz que las leyes y la organización de todos los pueblos se inspiren en el Evangelio, en el amor cristiano en la justicia y la paz.

San José, ruega por nosotros.

San José padre adoptivo
  1. San José, padre adoptivo de Jesús, alabamos al Señor por la comunicación profunda que tuviste con él, durante su infancia y juventud, en Belén, en Egipto, en Nazaret. Tú lo amabas paternalmente y él correspondía filialmente a tu amor. Tu fe te movía a adorarlo como Hijo de Dios encarnado; y él te obedecía, ayudaba y escuchaba. Mantenías con él gratas conversaciones, compartiendo trabajo, penas y alegrías. Intercede por mí para que nunca ofenda a Jesús, ni lo pierda a causa del pecado; para que celebre siempre dignamente los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación; para que llegue a una profunda intimidad y amor sincero a Jesús y luego goce eternamente de él en el cielo.

San José, ruega por nosotros.

San José esposo de María
  1. San José, purísimo esposo de María, humildemente te pedimos un amor profundo a nuestra tierna madre, maestra y reina. Quiso Dios asociar tu misión a la de María. Con ella compartiste penas y alegrías; juntos, con una sola mente y un solo corazón, emulabais en el trabajo, en la virtud y en merecimientos. San José, intercede por los padres y madres de familia. Concédenos la gracia de conocer, imitar, amar e invocar siempre a la Virgen María. Atrae a todos a su corazón de madre.

San José, ruega por nosotros.

San José patrono de la buena muerte
  1. San José, protector de los agonizantes, te pedimos por todos los moribundos y te suplicamos nos asistas también a nosotros en la hora de la muerte. Con la santidad de tu vida, te hiciste acreedor a un tránsito dichoso, y gozaste de la asistencia de Jesús y María. Líbranos de la muerte improvisa; concédenos la gracia de imitar tu vida; de liberar nuestro corazón de todo lo mundano, y de progresar en la virtud hasta el fin de nuestros días. Con María, inspíranos sentimientos de fe, esperanza, caridad y arrepentimiento de los pecados, para que muramos en la paz del Señor, tras haber recibido dignamente los sacramentos de los enfermos.

San José, ruega por nosotros.

San José patrono de la Iglesia
  1. San José, patrono de la Iglesia universal, mira con bondad al Papa, a los obispos, sacerdotes y diáconos, a los consagrados y a todos los cristianos; ruega para que todos seamos santos. La Iglesia es el fruto de la sangre de Jesús, tu Hijo adoptivo. Te pedimos por su expansión, libertad y fortalecimiento. Defiéndela del error y de las fuerzas del mal, como salvaste de las manos de Herodes la vida amenazada de Jesús. Que se cumpla su anhelo: “Un solo rebaño y un solo pastor”.

San José, ruega por nosotros.

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