Maestra Tecla siempre ha vivido en una actitud de humildad y abandono total a la voluntad del Padre.
Sus palabras eran: «Dios grande, inmenso, eterno, que has creado todas las cosas. Él ¡Todo! Yo ¿puedo creerme algo?
Tenemos necesidad de hacernos pequeños, pequeños. Inclinemos nuestra cabeza frente al pesebre… Él, que era de condición divina, acepta ser siervo. Él, que era rico, se ha hecho pobre. Él, que no debía depender de nadie, no ha hecho nunca su voluntad. Él, que no tenía pecado, ha aceptado ser maltratado como un pecador. Él, que no amenazaba a nadie, ha permitido ser condenado al extremo suplicio.
¿Queremos ser sus discípulos? Imitémoslo. Aprendamos de Jesús a ser pequeños, a considerarnos tales y por lo tanto, a desconfiar de nosotros y a tener mucha confianza en la bondad de Dios«.
Abajarme tanto, para atraer a Dios a mí.
Elevarme tanto, con confianza de llegar hasta Dios. (Ven. Tecla Merlo)