Era una persona en que todo lo veía en la fe, esperanza y caridad. Todo lo hacia por amor a las persona y a Dios.
De sus escritos: «A menudo leemos las características de la caridad de San Pablo: todo lo reduce al amor.
La caridad tiene dos llamas. Una sube hacia Dios y la otra va hacia las personas. Es inútil que digamos que amamos al Señor, si no amamos a los demás. Todos somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros: debemos amar a Dios y a los hermanos que están a nuestro lado: con un amor que sabe comprender, compartir y ayudar. Sea un esfuerzo de cada uno pensar bien, hablar bien, desear bien y hacer el bien. Sin envidias, celos, rencores, sino comprensión y ayuda recíproca.
Tratemos de fortalecer nuestra unión con el cemento de la caridad. Tratemos de ser de Dios y de no tener ninguna herrumbre dentro del corazón. Si nos damos cuenta que hay algo que no va, quitémoslo inmediatamente, de lo contrario se arraiga.
¡Seamos astutos! Así estaremos contentos ahora y después… encontraremos un bello Paraíso«.
Viviendo juntas, ponemos en común las buenas cualidades pero también los defectos:
nunca nos equivocaremos si hablamos bien de los demás. (Ven. Tecla Merlo)