Mejor aún en silencio. La oración cristiana escrito por Paolo Scquizzato y editado por Paulinas. Madrid. Mayo de 2017.
Mejor aún en silencio
El autor de este espléndido libro sobre la oración nos dice que la oración es acogida, disponibilidad a la luz que, gratuita e inmerecidamente, ilumina. Está presente en cada persona, y que podrá emerger hasta irradiar a todo el ser humano iluminándolo. Es la semilla divina que nosotros los cristianos hemos aprendido a llamar espíritu.
Autor
Paolo Scquizzato pertenece a la comunidad de sacerdotes del Cottolengo, se dedica a la predicación y a la formación espiritual, principalmente del laicado; dirige la casa de espiritualidad «Mater Unitatis» de Druento (Turín).
En Paulinas ya ha publicado varios títulos con gran acogida entre el público: Elogio de la vida imperfecta; La pregunta y el viaje; Y por último vendrá la muerte… ¿Y después?; Padre nuestro que estás en el infierno.
La morada interior
El autor nos dice que la Vida y la luz están ya dentro de nosotros, el problema es que nosotros a menudo estamos fuera de nosotros mismos, distraídos y alejados. Por lo tanto es necesario emprender un largo viaje hacia la morada interior, donde el viviente nos espera desde siempre. La luz, el Espíritu, Dios es la perla preciosa, el tesoro escondido que ya llevamos dentro, en ese lugar que hemos aprendido a llamar corazón.
En la oración no se trata de atraer hacia sí, sino de hacerse disponibles dando espacio a la acción de otro. Es simple atención a ese principio de vida que en lo íntimo hace crecer, dilata, expande y permite brotar lo humano, como la flor que se abre gracias a la luz que la toca.
La oración es el espacio
No somos nosotros los sujetos y protagonistas de la oración, y mucho menos Dios es objeto de nuestra oración. La oración es el espacio en que Dios acaece en nosotros, en la medida en que concedemos espacio a su realizarse.
En cada uno de nosotros está presente un principio, una semilla divina que nosotros los cristianos hemos aprendido a llamar espíritu, la eterna Realidad trascendente. Esta luz, este principio de vida, necesita ser «liberado», ayudado a florecer. Se comprende que vivir la propia vida espiritual y, por tanto, orar no significa otra cosa que llevar a su maduración esta energía, que está ya en el propio interior y que requiere solo poder estallar conduciéndonos así a la plenitud de nosotros mismos.
Todos estamos llamados a germinar, o si lo preferimos, a transformarnos-transfigurarnos, es decir, a renacer de lo alto. Desde este punto de vista comprendemos que con la oración no producimos nada, no provocamos nada y no invocamos a nadie. No se trata de atraer hacia sí, sino de hacerse disponibles –dar espacio, se ha dicho anteriormente– a la acción de otro. Es simple atención a ese principio de vida que en lo íntimo hace crecer, dilata, expande y permite brotar lo humano, como la flor que se abre gracias a la luz que la toca.
Descubrir lo esencial de la oración
Ahora esta luz, esta energía, este principio vital, el espíritu que todo hombre o mujer tiene en sí desde siempre, podrá emerger, iluminar y dilatar el ser, con tal de que se creen las condiciones para que esto pueda suceder. El principio de vida no puede surgir en el caos y en el resplandor de falsas luces. No puede emerger si estamos arrollados y aturdidos por el ruido, si en nosotros hay fuerzas que nos arrastran al exterior, abandonando así el lugar donde esto habita.
Este es un pequeño libro sobre la oración, pero solo en su extensión, porque nos ayuda a descubrir con claridad y profundidad lo esencial de la oración, despojándola de lo superfluo para conducirnos al corazón de la misma.
Destinatarios
Son todos aquellos que desean dejar un espacio a Dios. A aquellos que tienen sed de silencio para descubrir lo profundo de Dios en uno mismo.