No necesitan médico los sanos. El desafío de la imperfección escrito por Alejandro Fernández Barrajón y publicado por Paulinas, Madrid 2021; Páginas 168.
La imperfección, los defectos, los desaciertos no son ninguna lacra, sino parte de nuestra propia condición. Cuando aceptamos nuestra realidad e intentamos crecer, poco a poco, como seres humanos, cuidados y animados por Jesús, alzamos un nuevo vuelo.
Autor: Alejandro Fernández Barrajón
Alejandro Fernández Barrajón es religioso mercedario y ha sido Presidente de la CONFER. Nació en 1960 en Fuente el Fresno (Ciudad Real) y es autor de varios libros publicados en Editorial Paulinas, el último de ellos Saber escuchar, desde un silencio profundo.
No necesitan de médicos los sanos
La expresión de Jesús en el Evangelio, «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos (Mt 9,12)», ha costado mucho comprenderlo a lo largo de la historia, algo que llega hasta nuestros días.
Esto es debido a la falsa creencia de que Dios atiende en primer lugar a los sanos, a quienes se creen santos y se consideran perfectos y privilegiados. Así se ha hecho y se sigue haciendo en la Iglesia, en numerosas ocasiones, relegando al olvido su auténtica misión, recibida del mismo Jesús. En cada momento que la Iglesia se ha fijado más en sí misma que en la gente que se considera como impura, más imperfecta ha sido ella y se ha alejado del Reinado de Dios, que es lo que Jesús anunció.
Porque quienes pensamos que son los sanos en realidad son los más enfermos: los autosuficientes, los soberbios, los poderosos… Pero Jesús se acercó con un corazón misericordioso y compasivo a todos los enfermos de entonces: a los leprosos, a Zaqueo, a la pecadora, al centurión… y así actúa como un sanador.
«Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48) es también la invitación de Jesús. Deseamos ser perfectos, pero solo encontramos en nosotros una buena cantidad de imperfecciones. Pero no solo nos pasa eso a nosotros, a cada uno, pues a la mayoría de la gente le sucede lo mismo. Intentamos mejorar y, a veces, lo conseguimos durante algún tiempo, pero luego volvemos a las andadas. ¿Y qué pasa por eso?
El desafío de la imperfección
Por ello es necesario que reflexionemos sobre la imperfección, y de este planteamiento han surgido estas páginas, para intentar entender por qué somos así, sabiendo que solo podemos aspirar a mejorar dentro de nuestras posibilidades. El autor pretende responder a estas dos preguntas: ¿Por qué se da en nosotros la imperfección? Y ¿podemos aspirar a la perfección?
Él dice que la perfección no existe fuera de Dios. El resto somos seres imperfectos. La naturaleza es imperfecta. Pero, aunque parezca lo contrario, esta imperfección es nuestra mejor aliada. Porque Jesús no vino para los justos, sino para los enfermos y pecadores y, por ello, solo podemos exclamar: dichosa imperfección.
Y es que la perfección no existe. Aunque tengamos que seguir tendiendo hacia la bondad y la superación de los defectos. Para conseguirlo el Evangelio y las bienaventuranzas son un atractivo plan de vida, una propuesta llena de sentido y felicidad para quien los hace suyos.
Pero tenemos que aceptarnos y querernos como somos, con nuestras propias imperfecciones, intentando, eso sí, ser más humanos que perfectos. A medida que nos encontramos imperfectos, sentimos que estamos vivos y la vida siempre es un proyecto, un camino abierto que mira al horizonte.
Nos debemos sentir bien en nuestra frágil condición de seres humanos, capaces de caer y de levantarnos; aunque tengamos debilidades, no somos incapaces ni cobardes. Y podemos ser sanados por el abrazo y la mirada acogedora y alentadora de Jesús.
Destinatario
Todos los que desean conocer nuestra frágil condición humana para poder recibir el abrazo y la mirada cariñosa de Jesús.