El perdón es fuente de paz: un camino sencillo hacia la reconciliación

El perdón es fuente de paz, escrito por Gianfranco Testa, misionero de la Consolata y fundador de la universidad del Perdón de Turín, nos presenta dos realidades que nos desafían cuando hablamos de perdón. Porque la palabra perdón tiene un pasado que pesa y un futuro que asusta.

La lectura de este libro es muy ágil y utiliza un lenguaje de fácil comprensión. El libro está dividido en dos partes. La primera parte responde a una pedagogía no confesional del perdón y la segunda parte hace una reflexión cristiana sobre el mismo.

Leer este libro poco a poco cada día, nos ayuda a entender que perdonar al que nos ha causado daño es una liberación interior que nos ayuda a salir de nuestra negatividad, de aquellos “castillos en el aire” que nos construimos nosotros mismos y de otros que nos han impuesto con sus ofensas. El autor nos ayuda a ver que el perdón da vida y abre al futuro, más allá de las heridas recibidas en la vida.

La rabia destruye

En el libro encontramos ejemplos de perdón, porque perdonar es liberarnos de las consecuencias de la rabia y del rencor crónico que nos debilita, es romper el círculo vicioso formado por el recuerdo de la ofensa recibida y abrirnos a nuevas perspectivas para el futuro. El perdón es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, es curar nuestra herida, pero cuando lo elegimos nos damos cuenta de que se vuelve también algo muy complejo, precisamente porque en el perdonar entran en juego muchas cosas. Es una decisión, una actitud, un recorrido y un modo de vivir.

Perdonar es una decisión

El perdón es una decisión, una elección: la de mirar más allá de los límites de la personalidad del ofensor, de sus miedos, de su modo de ser, de sus neurosis y errores. Es la decisión de abandonar el espíritu de venganza, de liberarnos de la esclavitud del deseo del mal, aunque todavía no sepamos bien qué encontraremos más allá.

El perdón es un regalo para mí, porque quiero estar bien, ser feliz. Perdonar no significa que tengo que cambiar el pasado, sino que es una invitación a cambiar mi percepción sobre la persona que me ha ofendido. A veces recibimos injusticias, ofensas que nosotros no solemos hacer a los demás. Pero si estamos atentos, muchas veces descubrimos que no somos mejores que los otros. Por ejemplo: tal vez yo no mato, pero dentro conservo rencor; puede que no robe, pero en mí está la envidia; quizás no me aprovecho de otra persona, pero en mí está el deseo de beneficiarme… Aunque es difícil, a veces conviene hacer caso al dicho de Mahatma Gandhi: “No dejes nunca que se ponga el sol sin que hayan muerto tus rencores”.

Construir puentes

La reconciliación es como un puente lanzado al encuentro del otro, de aquel que me ha ofendido. Todo puente se sostiene sobre pilares. El autor nos propone cuatro pilares que sostienen el puente de la reconciliación: la memoria, la verdad, la justicia y el pacto o acuerdo.

Hacer memoria significa no solo custodiar, sino también reelaborar un recuerdo, transformarlo en principio y fundamento del actuar, en motivación ética: memoria no es solo conservación, pero es siempre construcción. Hacer memoria es devolver a los otros y a nosotros mismos esa dignidad a la que todo ser humano tiene derecho, por el simple hecho de haber aparecido en la escena de este mundo.

Verdad. Los hechos necesitan una explicación; la verdad se construye por medio de un proceso de comunicación, las razones personales son una parte de la verdad.

Justicia. El autor habla de la justicia restaurativa como cotidianeidad de la vida: en la familia, en la escuela, en las relaciones entre vecinos… Se trata de buscar, en lugar de un castigo impuesto, la mejor manera de restaurar la armonía y las relaciones; la justicia restaurativa alcanza su objetivo cuando cada uno se siente parte de una comunidad, que debe ser continuamente restaurada, sin degradar la dignidad de ninguno de sus miembros.

Pacto. El pacto debe tener en cuenta las dos partes. No siempre resultará fácil pero contiene compromisos bien pensados, realizables y que se pueden verificar.

Después de haber visto el perdón de forma más general, el autor nos invita a ver el perdón en  la Historia de la Salvación, que es una continua y profunda historia de perdón y de reconciliación. Todo ha comenzado en el amor de Dios.

Todos los productos que compramos tienen un manual para facilitar su instalación, pero no siempre lo leemos todo. Esto también puede suceder en nuestra vida. Tenemos un manual, que puede ser la Biblia, el Corán u otro texto sagrado, pero no siempre lo leemos con profundidad, seleccionamos aquellos que más nos atraen y esto nos lleva a que nos resulte difícil perdonar.

La respuesta de Dios al pecado no es la condena, sino la salvación. Seguir el camino de Jesús es celebrar una presencia. En el Nuevo Testamento, en la palabra conversión encontramos dos significados: retornar y cambiar la mentalidad. La conversión es darse cuenta de que se está caminando por un camino equivocado y es necesario volver sobre los propios pasos y encaminarse en una dirección diferente. Convertir el corazón no quiere decir liberarse del mal, sino afrontarlo de tal modo que la desventura sea o prevenida o vencida con el bien.

En lugar de anunciar a Jesús, estamos llamados a ser Jesús para los otros, anunciadores de verdaderas y reales “buenas noticias” para los pobres, los prisioneros y todos aquellos que se sienten heridos de la vida.

El perdón libera

La lectura de este libro me ha ayudado a vivir mi vida día a día. Lo que he aprendido es que hay una irracionalidad que destruye y una irracionalidad que construye, una irracionalidad que da la muerte y una irracionalidad que da la vida. Si se trata de elegir irracionalidad por irracionalidad, elijo la vida. El perdón libera. No resuelve ningún problema, no arregla las cosas, no hace que el pasado sea distinto, pero libera y nos da el valor de mirar hacia adelante.

Si algún momento de tu vida te has sentido ofendido abre las páginas de este libro. Toma las pequeñas dosis y empieza la cura liberando el rencor, la rabia, la ofensa, etc. Dios, que es Amor, nos llenará de esperanza y de alegría.

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