Hna. Angelines; te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el Paraíso

Hoy 25 de agosto Hna. Angelines goza ya la presencia del Señor cara a cara.

GARCIA ÁLVAREZ ADELA (Hna. MARÍA DE LOS ANGELES) nació en Quintana de Fuseros (Astorga, España) el 20 diciembre de 1925. Hna. Angelines (como habitualmente era llamada), entró en Congregación en la casa de Barcelona (primera casa de la fundación en España), el 3 de septiembre de 1948.

Eran los tiempos difíciles de los inicios y la Hna. Angelines dió pronto su contribución a través de la difusión de los pocos libros impresos por los hermanos paulinos y con la ayuda en la pequeña y pobre imprenta.

Valladolid: La Gran Promesa

La Hna. Angelines y la Hna. Fedele, llegaron a Valladolid el 30 de septiembre de 1952. Por algún tiempo estuvieron alojadas en otra congregación religiosa, pero tenían absoluta necesidad de una casa. Con gran fe, desafiaron al Sagrado Corazón de Jesús en el santuario de la “Gran Promesa”, a través de una intensa invocación que la Hna. Angelines recordaba siempre con emoción. Con simplicidad y confianza dijeron a Jesús: «Si tú quieres que nos quedemos en Valladolid, danos una señal, de lo contrario iremos a Burgos. Esperaremos ocho días…». Y la gracia no se hizo esperar: antes que expirara el ultimátum, se les ofreció gratuitamente a ellas, una casa amueblada donde se trasladaron llevando, sobre un simple carrito, sus pobres pertenencias.

Desde Valladolid visitaron, a través de las fiestas del evangelio y las semanas bíblicas, la vasta zona de Castilla, moviéndose a veces a lomo de burro. Recordando aquellos tiempos, la Hna. Angelines comentaba: «Hemos experimentado muchas dificultades y peligros, pero el Señor nos ha liberado de todo».

Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el Paraíso

Hoy queremos dar nuestro adiós más sentido a nuestra hermana Angelines, que nos ha dejado casi por sorpresa ayer para irse a gozar del cariño cercano del Padre tras los casi 94 años de Vida.

Humanamente nos resulta imposible encontrar sentido al sufrimiento y a la muerte. Solo somos capaces de hacerlo desde la fe. De hecho, los apóstoles tampoco lo comprendieron sino después de la muerte y resurrección, cuando recuperaron la fe en el Cristo resucitado.

Ante la muerte de un ser querido no hay palabras más consoladoras que las que salen de los labios de Cristo: «Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en al Paraíso». Estoy segura que nuestra hermana ya las ha escuchado en el momento mismo de su muerte. Ella está ya viviendo y gozando de la amistad y de la compañía de Dios Padre. Y en el regazo de la Virgen del Camino que en estos últimos días la invocaba continuamente.

Su muerte nos ha dejado tristes. Para ella, es al revés: ha conseguido el amor de Dios para siempre: la nueva vida que ya no tiene fin.

Esto es lo que estamos celebrando como creyentes. Celebramos que nuestra Hermana ha sido acogida y resucitada con Cristo Resucitado.

Creer en la Resurrección, no es una cuestión de más o menos inteligencia, sino una cuestión de confianza. Confianza en Cristo, en sus palabras y en su promesa. Lo proclamamos en el Evangelio de Juan: “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.

Gracias Hna. Angelines por el ejemplo y por tu vocación Paulina. Gracias por ofrecer tu vida por las vocaciones. Hoy pedimos al Señor que te dé el descanso eterno y la corona merecida.

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